Un arquitecto es aquel que ha evolucionado a partir de un artista polifacético, que poseía conocimientos sobre temas que van desde los principios del diseño arquitectónico hasta el arte y la estética, pasando por las técnicas de construcción. Sus métodos eran sus secretos comerciales. Abundan las historias sensacionalistas sobre hasta dónde llegaban los arquitectos y sus mecenas para proteger su obra de las copias. Una de las más famosas es la del emperador Shah Jahan, que ordenó cortar los brazos de todos los trabajadores que habían ayudado a construir el Taj Mahal. Dejando a un lado el dramatismo, esto no hace más que demostrar el valor de proteger la habilidad y la maestría con la que se crearon edificios emblemáticos en todo el mundo.
Este intento de preservar el misterio provocó el alejamiento de la comunidad arquitectónica del público. Los arquitectos se obsesionaron más con los principios de diseño, olvidando el aspecto más humano de la arquitectura: sus usuarios. Este abismo de incomunicación ha dado lugar a que los arquitectos se esfuercen por entender la voz del público, y a que éste ignore felizmente el diálogo de los elementos arquitectónicos en el propio entorno en el que vive y funciona.
Como sabrá todo arquitecto con una experiencia razonable, la arquitectura implica una cierta competencia en materia de marketing. Hay que saber vender el diseño para conseguir la aprobación de la autoridad y del cliente. También es necesario saber usar las palabras con una clientela especialmente caprichosa. Anunciar tu trabajo en diversos medios impresos y virtuales se está convirtiendo poco a poco en la norma. Exponer tu trabajo de forma que llegue a personas de todo el mundo sin que se pierdan en el laberinto de la jerga técnica es una ventaja útil. La comunicación, por tanto, es un talento importante que hay que perfeccionar, porque ninguna ayuda visual servirá de nada si no se es capaz de explicar adecuadamente el diseño con palabras.
Uno de los cambios más significativos que hay que hacer es a nivel educativo. A los estudiantes de arquitectura se les enseña a centrarse en el desarrollo conceptual y los requisitos del usuario en sus problemas de diseño. Se les anima a dejar volar su imaginación y a idear soluciones innovadoras. Pero en ese proceso, los guías se olvidan de enseñarles a comunicar su diseño. La mayoría de las veces, los estudiantes hacen tanto hincapié en las herramientas de comunicación visual que se olvidan de trabajar su comunicación verbal. Naturalmente, al final, aunque la idea del estudiante sea brillante, sale perdiendo en el terreno de la comunicación.
La comunidad también necesita más arquitectos formados en el arte de comunicar eficazmente con palabras e imágenes. Es necesario porque así asumirían la responsabilidad de generar conciencia sobre la arquitectura y su apreciación entre la población en general. Por ejemplo, la demolición de PragatiMaidan en Nueva Delhi, y las conversaciones sobre la Academia Kala de Correa en Goa que corrieron la misma suerte recientemente, causaron un gran revuelo no sólo entre la fraternidad arquitectónica sino también fuera de ella. Fue un paso importante porque inició un diálogo entre personas de diversas facciones de la sociedad sobre la importancia de la conservación de los edificios del patrimonio y las razones para pedir su protección.
Mientras tanto, la situación es mejor dentro de la comunidad profesional. Algunos arquitectos están más que dispuestos a compartir y debatir sus conocimientos con sus colegas, y hay tecnología emergente con la que todos pueden experimentar. Pero sigue habiendo reticencias en cuanto al uso de estas nuevas herramientas. Otro aspecto muy importante es el de los numerosos egos heridos como consecuencia de las críticas. Pero lo que hay que tener en cuenta es que, dado que los despachos aumentan tanto en tamaño como en número, ahora es imperativo que todo arquitecto en ejercicio aprenda a comunicarse adecuadamente en un escenario de empleador-empleado/socio-socio. En la era de Internet, en la que la información está al alcance de un clic, la comunicación es la clave para mejorar las relaciones entre los profesionales, de modo que se pueda crear un respeto mutuo y saludable por el trabajo y un entorno laboral armonioso.
Aprender a comunicarse adecuadamente y con éxito con un profano o con el público en general es hoy en día de suma importancia. Eso es lo que te diferenciará de las decenas de otros arquitectos tan perdidos en los “detalles del diseño” que son apáticos al usuario real. Como nuestra profesión se ve amenazada por los ingenieros y contratistas que intentan subir la apuesta, está en nuestras manos ser más conscientes de lo que el público necesita y defenderlo. Con la tecnología avanzando a pasos agigantados cada año, los arquitectos siguen teniendo el manto de desarrollar el mundo y hacer un lugar más seguro y agradable para vivir.
