El mundo subterráneo representa en la historia de la humanidad un espacio depreciado por excelencia, “¿En qué momento de la historia decidimos atribuirle esta mala fama? […] Quizás en la época de la invención del miedo a la oscuridad ” (Margot Baldassi, Pop-Up Urbain). Muchas creencias de la antigüedad describen a el infierno en el inframundo, otras lo relacionan con el concepto “diyu”, que en las creencias chinas significa el reino de los muertos, la práctica de enterrar a los muertos, que es muy común, también es responsable de este oscuro concepto erróneo. En general, parece haber una connotación peyorativa del espacio subterráneo en todas las culturas, sin embargo, en la historia de la humanidad este ha constituido una dimensión explotada por nuestros antepasados durante tantos años para huir de los climas severos o como escondite del enemigo.
Como ya mencionamos, a pesar de las diversas creencias sociales negativas sobre el espacio subterráneo, una historia atestigua el uso de los espacios subterráneos como un entorno de vida, esto incluso supera el modelo de casas trogloditas como las de Matmata en Túnez para el desarrollo de ciudades enteras bajo tierra. Estas ciudades han conquistado el espacio subterráneo para convertirse en un refugio contra las invasiones enemigas, uno de los ejemplos más sofisticados cuando se habla de ciudades subterráneas es la ciudad Derinkuyu en Capadocia, Turquía.

Las capas de la ciudad estaban conectadas por una red de galerías, ya que eran viviendas para miles de personas que funcionaban como una fortaleza infranqueable que constaba de muchas trampas para los enemigos, en el primer piso podemos encontrar nichos para guardar forrajes y establos para animales, la gente vivía en los niveles inferiores que podían llegar a ocho niveles subterráneos. Para sobrevivir, los habitantes recurrieron a un sistema de pozos: pozos para almacenar agua, pozos para recuperar agua de lluvia y pozos para ventilación. También había espacios excavados en las rocas para almacenar alimentos.

Este modelo de urbanismo que existió desde los albores de la civilización humana, puede servir como una verdadera referencia urbana en términos de conocimiento subterráneo e inspiración para visiones futuras.
El “Manhattan del desierto”, imaginado por cuatro arquitectos franceses, es una de estas visiones, diseñado para la ciudad de Shibam en Yemen, una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el proyecto está inspirado en el estilo de vida subterráneo y la cultura de nuestros antepasados. Como era imposible expandir la ciudad horizontalmente, rodeada por un muro, la idea era explotar el espacio subterráneo excavando debajo de las casas existentes convirtiéndolas en una especie de rascacielos subterráneo invertido, también conocido como “Earth-scrapers” respetando la autenticidad del lugar.

Por otro lado, observando nuestro imaginario sobre el patrimonio cultural, la cultura pop en particular nos muestra que los espacios subterráneos están retratados en muchos universos ficticios, las fantasías, la literatura y el cine siempre logran reservar también un lugar en su trama para cuevas oscuras, túneles y otras representaciones fantasmagóricas subterráneas. Podemos referirnos aquí, por ejemplo, a la muy famosa serie de manga cyberpunk japonesa “AKIRA”, escrita e ilustrada por Katsuhiro Otomo desde 1982 hasta 1990, la trama del manga gira en torno a una base militar secreta enterrada bajo el sitio de construcción de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, Games Village. Otro ejemplo conocido es la película británica de terror y aventuras “The Descent”, escrita y dirigida por Neil Marshall, la película sigue a seis mujeres que, habiendo entrado en un sistema de cuevas, luchan por sobrevivir contra las criaturas humanoides que hay dentro.

Afortunadamente la cultura pop a veces tímidamente muestra pasión por este universo oscuro y por sus arterias y brechas rocosas, quiero decir, ¿quién no ha soñado con compartir una pizza con las Tortugas Ninja en las alcantarillas de la ciudad de Nueva York? O buscar la piedra mística en los hipogeos indios con Indiana Jones, el arqueólogo malvado, sin embargo, salvo algunas excepciones, los entornos subterráneos ficticios carecen de un “aura reconfortante”.

Por primera vez en nuestro tiempo, no es en las obras de cultura popular donde encontramos un horizonte prospectivo para la rehabilitación de los espacios subterráneos, esta vez, no es por motivos defensivos ni para escapar del clima, es más bien gracias a una serie de prácticas urbanas relativamente nuevas que el paisaje de nuestras ciudades parece estar recuperando gradualmente el aliento. Algunas metrópolis ya se han dado cuenta de que sus subterráneos pueden contribuir al desarrollo urbano, en Canadá y Japón, el uso del espacio subterráneo es ahora parte del estilo de vida de la ciudad, en Suiza y Finlandia, se está implementando una planificación urbana subterránea eficaz, en Moscú, Singapur y Nueva York se multiplican los proyectos de desarrollo y valorización urbana de los espacios subterráneos. El resto de las otras ciudades que aún están en proceso de metrópolis están continuamente en la búsqueda de la densificación urbana y también están interesadas en su dimensión subterránea y están comprometidas con la promoción de esta alternativa, hoy, dada la compacidad de las ciudades y las diferentes tipologías y técnicas de excavación, los usos del espacio subterráneo se han vuelto más diversos.

