Más de 18 millones de hectáreas de tierra se han quemado en la temporada de incendios forestales sin precedentes de Australia.

Como resultado, se estima que murieron más de mil millones de animales.

Durante estos últimos meses, la tragedia medioambiental australiana ha renovado los esfuerzos globales para abordar el cambio climático. Hoy, la “Emergencia Climática” se ha manifestado en catástrofes humanitarias y ecológicas como consecuencia de un clima más cálido. Dados los desafíos multifacéticos provocados por este desastre que se desarrolla, ciertamente no existe una ‘solución única’. Sin embargo, todos tenemos la responsabilidad de reemplazar nuestra actitud cómplice por una acción profunda para abordar estas presiones antropogénicas sobre el mundo natural.

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Los incendios forestales australianos devastan la fauna y los arbustos nativos, 2020. © ONU Medio Ambiente

Si bien las agendas políticas intransigentes y las provocaciones ridículas intentan socavar la verdadera gravedad de este problema, la creciente intensidad y regularidad de estos desastres climáticos significan cambios inconmensurables en nuestros paisajes globales. Estos paisajes representan una historia y una ecología compartidas que ha evolucionado durante miles de siglos. Sin embargo, ahora que la crisis climática se está convirtiendo en un debate político de palabras equivocadas y manipulación de números, rápidamente estamos perdiendo tiempo para recrear, desarrollar y preservar la biodiversidad de nuestra tierra. Ahora, más que nunca, nuestros paisajes exigen una resiliencia flexible.

A medida que aumenta la preocupación del público por los sistemas de soporte vital de nuestra tierra, la idea de “sostenibilidad” se ha vuelto más aceptada. En 1998, el Consejo de Educadores en Arquitectura del Paisaje (CELA) definió los paisajes sostenibles como “que contribuyen al bienestar humano y al mismo tiempo están en armonía con el entorno natural”. Aquí, la ‘sostenibilidad’ encarna las interconexiones sistemáticas entre nosotros y los ecosistemas que nos sustentan. Sin embargo, si bien este marco ha fomentado prácticas genuinamente sostenibles, también ha aumentado de manera similar la tentación de “hacer un lavado verde”. Estos intentos puramente cosméticos de imitar funciones ecológicas esencialmente se apropian indebidamente de la “sostenibilidad” con fines de marketing. Por lo tanto, la discusión sobre los beneficios y daños ambientales de los paisajes construidos es fundamental.

Una paradoja ecológica que debe abordarse, y que quizás confunda a cualquier entusiasta de la horticultura, es que los paisajes pueden dañar el medio ambiente. Nuestras percepciones generales de la “modernidad”, de llevar un estilo de vida moderno, están dominadas principalmente por un énfasis social en la estética, para comunicar riqueza y estatus social. Estos límites socioculturales intangibles se traducen visualmente a través de diseños “limpios” y “despejados”. Esto se logra mediante la plantación de un número limitado de especies, que a menudo no son nativas y prosperan en áreas altamente urbanizadas. Como resultado, estos parques y jardines innecesariamente fastidiosos y cuidados dominan nuestros entornos urbanos y residenciales, la mayoría de los cuales son “explotadores insostenibles”.

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Los cuidados jardines públicos de Forest Park, St. Louis, Missouri. © Asociación Estadounidense de Planificación

Esta uniformidad inducida por la estética ha resultado en un “empobrecimiento biológico”; un efecto homogeneizador sobre la biodiversidad, reduciendo y fragmentando los hábitats nativos existentes. Además, los expertos en ecología pronostican que, si el clima cambia lo suficiente, varias especies nativas tendrán dificultades para florecer y regenerarse dentro de sus geografías actuales. Esta competencia con especies introducidas, que se han adaptado con éxito a las nuevas condiciones climáticas, exacerbaría aún más este declive de la vegetación nativa. Es importante señalar que tal negligencia y destrucción del crecimiento indígena no es simplemente una pérdida localizada. Más bien, esta identidad regional disminuida debe entenderse dentro de un contexto más amplio; uno de codependencia cíclica. Sin estas especies de flora nativa para sustentar nuestra fauna nativa, corremos el riesgo de perder una gran cantidad de interconexiones ricas que se han establecido y desarrollado con el tiempo, y no se pueden volver a crear instantáneamente. Por lo tanto, es fundamental que los arquitectos reconozcan la relación innata entre la vegetación nativa y el paisaje, lo que alienta a un público más amplio a seguir su ejemplo.

Para los profesionales del paisaje, es pertinente preguntarse: ¿cómo se pueden construir nuestros paisajes a través de elecciones ambientalmente conscientes? Un ejemplo es Ramsey Creek Preserve en los Estados Unidos. Como primer cementerio de conservación, este paisaje destaca una superposición entre cementerios y santuarios de la naturaleza en su intención de “preservar la tierra a perpetuidad”. Significa la importancia de considerar la vegetación nativa dentro del diseño sostenible y orientado al contexto. Es a través de esta sensibilidad de la biodiversidad, que este innovador proyecto de paisaje aspira a “proteger, restaurar y dotar permanentemente un millón de acres de tierras silvestres durante las próximas décadas”. Si bien las prácticas tradicionales de los cementerios a menudo destruyen los paisajes naturales, este cementerio alternativo preserva el ecosistema local existente. Y al hacerlo, poetiza el ciclo de vida entre el ser humano y la naturaleza; un conmovedor recordatorio de que cada elección tiene una consecuencia.

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Tumba en Charles Ramsey Creek Preserve. © Memorial Ecosystems

A pesar de la avalancha de conclusiones y predicciones sombrías, hay esperanza. Los arquitectos siempre han sido catalizadores de ideas audaces y re-imaginaciones innovadoras. Al entrar en un nuevo año, una nueva generación de diseñadores tiene la oportunidad de predicar con el ejemplo y contribuir de manera significativa a la sostenibilidad. Nuestra reconexión con el paisaje ya no puede ser solo meticulosa estética, sino de conciencia y conocimiento de los cambios futuros. Debemos reconocer la dinámica intangible, pero crítica, que sustenta nuestras complejas ecologías nativas. Para nuestro futuro, es hora de repensar nuestros paisajes.

Author

He is currently doing the degree thesis of Architecture at the Central University of Ecuador. Winner of several national and international competitions, participating in countries such as Chile, Argentina, France and Spain. A strategic dreamer who believes in art and science as a tool to achieve a better world.

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